Tormentas
Tormentas JUAN 6: 16-24 “Por causa del fuerte viento que soplaba, el lago estaba picado” (v.18).
Caía la tarde; los discípulos estaban junto al lago. Decidieron subirse a una barca y partir a Capernaúm. Pero pronto los vientos comenzaron a soplar y las aguas se picaron. Los discípulos se asustaron, no sabiendo lo que iba a suceder con ellos. Eran vulnerables, estaban totalmente expuestos a los elementos. Después, vieron a Jesús acercándose, caminando sobre el agua. “No tengan miedo, que soy yo”, les dijo y se subió a la barca. Todo estaba bien. Las aguas se aquietaron. La vida es frágil. Las cosas parecen estar tranquilas, cuando de repente tormentas se alzan a nuestro alrededor. Sucede una tragedia, los hijos se rebelan, viene enfermedad, alguien nos rechaza o nos tratan injustamente. ¿Cómo enfrentamos las tormentas de la vida? Porque van a haber tormentas, en una forma o en otra. Pero ni siquiera tenemos que clamar al Señor. Él se acerca, ofreciendo subirse a nuestra barca y ¡calmar la tormenta!: “Así que se dispusieron a recibirle a bordo, y en seguida la barca llegó a la orilla adonde se dirigían” (v.21). Los discípulos tenían que estar dispuestos a ‘permitir’ que Jesús subiera a la barca; después les ayudó llegar a la orilla. Nosotros también tenemos que estar dispuestos a confiar en Jesús a pesar de la tormenta y creer que él nos ayudará a llevar a la orilla. Tenemos que preguntar: ¿Estamos preparados para aceptarle subir a bordo de nuestra barca? OraciónVen, Señor Jesús. Calma mi corazón y mi alma. Yo sé que tú siempre vas a estar conmigo, ¡hasta que un día vea tu radiante faz en la Gloria! Cordero de Dios |