Namaste
NamasteI SAMUEL 20
Jonatán, el hijo del Rey Saúl, era amigo de David. De manera que cuando se enteró de la intención de su padre de deshacerse de David – para siempre, advirtió a su amigo y le dijo que se escondiera (19: 1, 2). David se encontró en una desesperada situación, ignorando qué había hecho para enfurecer tanto a Saúl. Pero de esta terrible situación surgió algo maravilloso: una hermosa y perdurable amistad entre Jonatán y David. Hicieron un plan para ver si era seguro que David regresara. Jonatán le daría a David – escondido en el campo – una señal. Pero antes de esto, hicieron un juramento mutuo: “Jonatán hizo un pacto con la familia de David, pues quería a David como a sí mismo. Por ese cariño que le tenía, le pidió a David confirmar el pacto bajo juramento. (v. 16). El autor norteamericano Shane Claiborne, en uno de sus libros, habla de haber trabajado con la Madre Teresa de Calcuta – trabajando especialmente con leprosos: “Los leprosos susurraban la mística palabra namaste en mi oído. No existe una traducción de esa palabra. Me explicaron que namaste significa: ‘Yo honró al Santo Ser que vive en ti’. Esta antigua palabra en sánscrito, namaste, es una palabra de sumo respeto espiritual por una persona: un saludo santo, evocando un sentido de paz interior y amorosa bondad. David y Jonatán estaban dispuestos a arriesgar sus vidas el uno por el otro. La suya era una amistad profunda, piadosa. Gracias a Jesús, nosotros también podemos tener una conexión espiritual cercana con otras personas. Y podemos decirles, por un profundo amor y respeto, ‘Namaste – yo respeto al Santo Ser, el Divino, que vive en ti’. Tratemos de decir esta hermosa palabra al encontrarnos con un amigo hoy, o en los próximos días. Si lo hacemos, honraremos al Santo Ser. Construyendo una Nación. |
Tags: Biblioteca