Luz

JUAN 8: 12-30

“Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”  (v. 12).

Cuando Jesús habló de ser ‘luz’, tal vez se estaba comparando con el brillante sol o relacionándose con los candelabros encendidos en el Templo para la Fiesta de los Tabernáculos. Tal vez estaba pensando en el pilar de fuego que guió a los israelitas de noche cuando anduvieron por el desierto durante 40 años.  Sea como sea, el Maestro estaba declarando que él era la luz del mundo. Nadie tiene que andar en tinieblas ahora.  Él estaba proveyendo ‘la luz’ de vida.  Las únicas personas que no pueden ver esa luz son los que están ciegos espiritualmente.  Ciegos a ver la verdad de que la vida eterna está disponible para ellos.  El Mesías había sido prometido durante siglos, mas cuando finalmente vino – Dios encarnado – la gente no lo reconoció.  No creían lo que Jesús decía, aun cuando afirmaba que Dios el Padre era testigo de su verdadera identidad:

“Le preguntaron: ‘Dónde está tu padre?’.  ‘Si supieran quien soy yo,  sabrían también quién es mi Padre’ ”  (v- 19).

En años recientes la ciencia ficción, los libros de  fantasías y las películas han creado ‘capas de invisibilidad’  para que la gente se ponga, para  evitar confrontaciones o ciertas otras situaciones.  La gente desea escapar, evitar la realidad, estar en ‘en la oscuridad’.  La luz, sin embargo, ilumina – trayendo claridad, visión y esperanza.  Cerramos con un poema escrito por el Obispo Thomas Ken en el siglo 17:

Despierta, alma mía, y con el sol tu cotidiana deber cumple;
Descarda la pereza y levántate con gozo para hacer tu sacrificio mañanero.
Por la influencia de la Luz divina, que pueda brillar tu propia luz para otros,
Reflejando las sendas soleadas del cielo con ardiente amor y una alegre alabanza.

 

Oración

Gracias, Jesús, por ser la Luz de todo el Mundo – ¡para todos nosotros!

Cordero de Dios