Sean Fructíferos                                                                                   

Génesis 1:28 - 31

“Dios los bendijo con estas palabras: ‘Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla” (v.28).

 

Cuando yo veo la palabra ‘fructífero’, siempre pienso en fruta comestible.  ¡Me encanta la fruta!  Especialmente cuando es fresca.  Hace poco leí de un muchacho en 1905 – Frank Epperson de San Francisco -  de 11 años de edad, que dejó un palito en una mezcla de jugo en polvo y agua en la intemperie en la noche.  Porque estaba helando, en la mañana encontró que tenía un chupete helado.

Le tomó 18 años para convertir su ‘descubrimiento’ en un nuevo tipo de helado, que ha llegado a ser conocido en el mundo entero.  Esos helados comenzaron a ser fabricados con una variedad de sabores – algunos son  fabricados con dos palitos para poderlos dividir  y compartirlos con un amigo.     De fresa, naranja, limón, mora.  Frescos.  Refrescantes.           

Cuando Dios le dijo al primer hombre y a la primera mujer que fueran fructíferos, no se refería a ser como estos chupetes helados – aunque seguramente habrían sido refrescantes en un día caluroso en el Jardín del Edén.  Dios quería que ellos se amaran el uno al otro y, como resultado de su amor, produjeran hijos y comenzaran a poblar la tierra.  Quería que amaran a sus hijos y a los hijos de sus hijos.  Y, sobre todo, que amaran a Dios, su Creador.

El hecho de la Creación marca el principio del tiempo como nosotros lo conocemos.  En el principio la creación estuvo en paz consigo mismo.  Era hermosa, idílica.  Nosotros deberíamos también estar en paz con nosotros mismos y los unos con los otros y con el mundo.   Debemos ser personas agradecidas y adorar a Dios, no simplemente por lo que él es, sino por todo lo que fue creado para nosotros.

Esos helados con sabor a fruta con un palito fueron creados accidentalmente por un muchacho hace más de cien años.  El mundo fue creado muchos millones de años atrás – y no por accidente.   Fue creado con usted y conmigo como el principal ser.  ¿Acaso no le parece asombroso?

De manera que hoy, como una respuesta, que podamos ser ‘fructíferos’ en nuestros ministerios individuales – no importa cuales sean.  Y, sobre todo, que podamos seguir amando a nuestro Dios Creador con todo el corazón.