Semana 29

Qué ha sucedido hasta el momento...

En el libro de 1 Corintios, Pablo continúa dando a la iglesia muchas instrucciones con respecto a muchos problemas. Recuerda que la iglesia estaba recién comenzando y no tenían la Biblia como la tenemos nosotros para que les ayudara a resolver las cosas y ¡no tenían el libro de instrucciones sobre como ser un cristiano! Es por eso que las cartas de Pablo eran tan importantes para ellos.

Qué ocurrió después...

En el capítulo 12 de 1 Corintios, Pablo escribe sobre la idea de trabajar juntos. En el, él reconoce y alienta a las personas de Corinto a pensar sobre los diferentes aportes que las personas podían hacer a la iglesia. Eran llamados “dones espirituales” porque son dones, habilidades, talentos y actitudes que el Espíritu Santo nos da a todos nosotros para el bien de toda la iglesia y de toda la comunidad. Cada don es tan importante como el otro y todos los dones ayudan a que la iglesia prospere y  a que todos trabajen  como un todo, como un solo cuerpo.

 

Qué debo leer...

1 Corintios 12:1–31  (NVI) “Los dones espirituales”

En cuanto a los dones espirituales, hermanos, quiero que entiendan bien este asunto. Ustedes saben que cuando eran paganos se dejaban arrastrar hacia los ídolos mudos. Por eso les advierto que nadie que esté hablando por el Espíritu de Dios puede maldecir a Jesús; ni nadie puede decir: «Jesús es el Señor» sino por el Espíritu Santo. Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás. A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas. Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina.

 

Un cuerpo con muchos miembros

De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo. Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo —ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Ahora bien, el cuerpo no consta de un solo miembro sino de muchos. Si el pie dijera: «Como no soy mano, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. Y si la oreja dijera: «Como no soy ojo, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo el cuerpo fuera oído, ¿qué sería del olfato? En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció. Si todos ellos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? Lo cierto es que hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito.» Ni puede la cabeza decirles a los pies: «No los necesito.» Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son indispensables, y a los que nos parecen menos honrosos los tratamos con honra especial. Y se les trata con especial modestia a los miembros que nos parecen menos presentables, mientras que los más presentables no requieren trato especial. Así Dios ha dispuesto los miembros de nuestro cuerpo, dando mayor honra a los que menos tenían, a fin de que no haya división en el cuerpo, sino que sus miembros se preocupen por igual unos por otros. Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él. Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo. En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego los que hacen milagros; después los que tienen dones para sanar enfermos, los que ayudan a otros, los que administran y los que hablan en diversas lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones para sanar enfermos? ¿Hablan todos en lenguas? ¿Acaso interpretan todos? Ustedes, por su parte, ambicionen los mejores dones. Ahora les voy a mostrar un camino más excelente.

 

Reflexiona, opina y crea...

Pablo dice que la iglesia es como un cuerpo con muchas partes, las cuales trabajan juntas ¡Sería raro si todo el cuerpo fuera solo un ojo, una oreja o incluso un dedo! Ya que el cuerpo podría ver, escuchar o apuntar muy bien, pero (por si mismo) ¡no podría hacer mucho más! De la misma forma la iglesia no podría trabajar correctamente si todos fueran profesores, predicadores, sanadores o profetas. La iglesia trabaja mejor cuando las personas con diferentes dones espirituales trabajan juntas y recuerda que cada persona tiene algo importante que aportar.

  • Lee nuevamente la lectura y subraya los diferentes tipos de dones espirituales que Pablo menciona.
  • Esta semana pregúntale a algún líder de tu iglesia o alguien dentro de tu familia sobre sus dones espirituales, cómo descubrieron que poseían estos dones y cómo los usan para servir a Jesús.