Semana 23
8 al 14 junio
Qué ha sucedido hasta el momento...
Pablo continuó predicando a todos los lugares que fue y esto comenzó a enojar a algunos de los judíos, tan enojados estaban que querían asesinarlo. Pablo fue arrestado y fue a juicio. Estuvo en prisión por un largo periodo de tiempo, sin ser encontrado culpable de hacer nada malo.
Qué ocurrió después...
Pablo finalmente fue llevado ante el Rey Agripa para que se defendiera. Él habló sobre el cambio que hubo en su vida después de conocer a Jesús.
Qué debo leer...
Hechos 26:1–32 (NVI) “La defensa de Pablo ante Agripa”
Entonces Agripa le dijo a Pablo:
—Tienes permiso para defenderte.
Pablo hizo un ademán con la mano y comenzó así su defensa:
—Rey Agripa, para mí es un privilegio presentarme hoy ante usted para defenderme de las acusaciones de los judíos, sobre todo porque usted está bien informado de todas las tradiciones y controversias de los judíos. Por eso le ruego que me escuche con paciencia.
»Todos los judíos saben cómo he vivido desde que era niño, desde mi edad temprana entre mi gente y también en Jerusalén. Ellos me conocen desde hace mucho tiempo y pueden atestiguar, si quieren, que viví como fariseo, de acuerdo con la secta más estricta de nuestra religión. Y ahora me juzgan por la esperanza que tengo en la promesa que Dios hizo a nuestros antepasados. Ésta es la promesa que nuestras doce tribus esperan alcanzar rindiendo culto a Dios con diligencia día y noche. Es por esta esperanza, oh rey, por lo que me acusan los judíos. ¿Por qué les parece a ustedes increíble que Dios resucite a los muertos? »Pues bien, yo mismo estaba convencido de que debía hacer todo lo posible por combatir el nombre de Jesús de Nazaret. Eso es precisamente lo que hice en Jerusalén. Con la autoridad de los jefes de los sacerdotes metí en la cárcel a muchos de los santos, y cuando los mataban, yo manifestaba mi aprobación. Muchas veces anduve de sinagoga en sinagoga castigándolos para obligarlos a blasfemar. Mi obsesión contra ellos me llevaba al extremo de perseguirlos incluso en ciudades del extranjero. »En uno de esos viajes iba yo hacia Damasco con la autoridad y la comisión de los jefes de los sacerdotes. A eso del mediodía, oh rey, mientras iba por el camino, vi una luz del cielo, más refulgente que el sol, que con su resplandor nos envolvió a mí y a mis acompañantes. Todos caímos al suelo, y yo oí una voz que me decía en arameo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ¿Qué sacas con darte cabezazos contra la pared?” Entonces pregunté: “¿Quién eres, Señor?” “Yo soy Jesús, a quien tú persigues —me contestó el Señor—. Ahora, ponte en pie y escúchame. Me he aparecido a ti con el fin de designarte siervo y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a revelar. Te libraré de tu propio pueblo y de los gentiles. Te envío a éstos santificados” »Así que, rey Agripa, no fui desobediente a esa visión celestial. Al contrario, comenzando con los que estaban en Damasco, siguiendo con los que estaban en Jerusalén y en toda Judea, y luego con los gentiles, a todos les prediqué que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, y que demostraran su arrepentimiento con sus buenas obras. Sólo por eso los judíos me prendieron en el templo y trataron de matarme. Pero Dios me ha ayudado hasta hoy, y así me mantengo firme, testificando a grandes y pequeños. No he dicho sino lo que los profetas y Moisés ya dijeron que sucedería: que el Cristo padecería y que, siendo el primero en resucitar, proclamaría la luz a su propio pueblo y a los gentiles. Al llegar Pablo a este punto de su defensa, Festo interrumpió.
— ¡Estás loco, Pablo! —le gritó—. El mucho estudio te ha hecho perder la cabeza.
—No estoy loco, excelentísimo Festo —contestó Pablo—. Lo que digo es cierto y sensato. El rey está familiarizado con estas cosas, y por eso hablo ante él con tanto atrevimiento. Estoy convencido de que nada de esto ignora, porque no sucedió en un rincón. Rey Agripa, ¿cree usted en los profetas? ¡A mí me consta que sí!
—Un poco más y me convences a hacerme cristiano —le dijo Agripa.
—Sea por poco o por mucho —le replicó Pablo—, le pido a Dios que no sólo usted, sino también todos los que me están escuchando hoy, lleguen a ser como yo, aunque sin estas cadenas. Se levantó el rey, y también el gobernador, Berenice y los que estaban sentados con ellos. Al retirarse, decían entre sí: —Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte ni la cárcel. Y Agripa le dijo a Festo: —Se podría poner en libertad a este hombre si no hubiera apelado al emperador.
Reflexiona, opina y crea...
Pablo estaba compartiendo su testimonio con el Rey Agripa. Un testimonio es un relato verdadero de algo que has experimentado, parte de tu historia o de un viaje. Las personas que siguen a Jesús frecuentemente cuentan sus testimonios a los demás para compartir como el conocer a Jesús genera un gran cambio en sus vidas. El testimonio no tiene que ser largo o complicado, sino que verdadero. Escribe o dibuja tu propio testimonio utilizando las siguientes preguntas:
- ¿Cómo llegas a conocer o saber más de Jesús?
- ¿Cómo conocer a Jesús ha cambiado tu forma de pensar, hablar o hacer? ¿es diferente a como era antes?
- Comparte tu testimonio con alguien que aún no conoce a Jesús.
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