Semana 20

Qué ha sucedido hasta el momento...

Bien, después de que el espíritu santo viniera de una forma tan maravillosa, habían muchas personas que se sumaron al número de seguidores: muchas más personas cada día. Los discípulos y los seguidores eran seres que estaban llenos del Espíritu Santo y se volvían más fuertes, seguros y valientes a la hora de compartir el mensaje de Jesús, de su muerte y resurrección. Los seguidores de Jesús se cuidaban unos a otros, compartiendo todo lo que tenían y se reunían regularmente para estudiar las enseñanzas de Jesús.

 

Qué ocurrió después...

Aun cuando había muchas personas que escogían convertirse en seguidores de Jesús y llenarse del Espíritu Santo, había algunos que aún se sentían amenazados por esto. No les gustaba lo que se decía y causaban problemas a quienes creían. Saulo fue uno de estos hombres que causo muchos problemas a los seguidores de Jesús mientras su iglesia iba creciendo. Saulo era desagradable y despreciable, pero algo increíble le sucedió ¡descubramos que fue lo que le sucedió!

 

Qué debo leer...

Hechos 9:1–22 (NVI) “Saulo se convierte en seguido del Señor”

Mientras tanto, Saulo, respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas de extradición para las sinagogas de Damasco. Tenía la intención de encontrar y llevarse presos a Jerusalén a todos los que pertenecieran al Camino, fueran hombres o mujeres. En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, una luz del cielo relampagueó de repente a su alrededor. Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía:
 —Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
— ¿Quién eres, Señor? —preguntó.
—Yo soy Jesús, a quien tú persigues —le contestó la voz—. 
Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer. Los hombres que viajaban con Saulo se detuvieron atónitos, porque oían la voz pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, pero cuando abrió los ojos no podía ver, así que lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Estuvo ciego tres días, sin comer ni beber nada. Había en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor llamó en una visión. — ¡Ananías! —Aquí estoy, Señor. —Anda, ve a la casa de Judas, en la calle llamada Derecha, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando, y ha visto en una visión a un hombre llamado Ananías, que entra y pone las manos sobre él para que recobre la vista. Entonces Ananías respondió: —Señor, he oído hablar mucho de ese hombre y de todo el mal que ha causado a tus santos en Jerusalén. Y ahora lo tenemos aquí, autorizado por los jefes de los sacerdotes, para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre. — ¡Ve! —Insistió el Señor—, porque ese hombre es mi instrumento escogido para dar a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como al pueblo de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre. Ananías se fue y, cuando llegó a la casa, le impuso las manos a Saulo y le dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo.» Al instante cayó de los ojos de Saulo algo como escamas, y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado; y habiendo comido, recobró las fuerzas.

 

Saulo en Damasco y en Jerusalén

Saulo pasó varios días con los discípulos que estaban en Damasco, y en seguida se dedicó a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios. Todos los que le oían se quedaban asombrados, y preguntaban: « ¿No es éste el que en Jerusalén perseguía a muerte a los que invocan ese nombre? ¿Y no ha venido aquí para llevárselos presos y entregarlos a los jefes de los sacerdotes?» Pero Saulo cobraba cada vez más fuerza y confundía a los judíos que vivían en Damasco, demostrándoles que Jesús es el Mesías.

 

Reflexiona, opina y crea...

¡Vaya! Que increíble cambio hubo en Saulo después de su inesperado encuentro con Jesús. Él pasó de ser despreciable y una persona horrible a ser un seguidor de Jesús y un creyente y predicaba con fuerza, era totalmente diferente. Primero era una persona y después cambió para ser otra completamente diferente. Las personas que lo conocían estaban asombradas por el cambio. Al poco tiempo, a Saulo lo reconocían con un nombre diferente: Pablo.

  • Dibuja una línea en el centro en una hoja grande de papel. Dibuja una persona por cada lado de la hoja, luego escribe “Saulo” sobre la primera persona y “Pablo” en la segunda.
  • Decora las personas con palabras o dibujos que muestren las diferencias entre quien era Saulo y en quien se convirtió después de unirse a Jesús.
  • Jesús también puede hacer un cambio en nuestras vidas al conectarnos con él ¿Qué tan diferente luce tu vida por conocer a Jesús?