Last Updated: 25 marzo 2015

Semana 12

Qué ha sucedido hasta el momento...

Mientras la historia de Jesús avanza en el Evangelio de Lucas estamos haciéndonos camino a algunas enseñanzas que son realmente importantes. Hay pasajes bíblicos que hablan sobre preocupaciones y tesoros en el cielo, sobre tener una fe tan pequeña como una semilla de mostaza y ser la sal y la luz para quienes nos rodean. Explora algunos de estos pasajes en Lucas.


Qué ocurrió después…

Los tres pasajes bíblicos que están destacados hoy se enfocan en cosas perdidas: una oveja, una moneda y dos hijos que habían perdido su camino. Puedes leer uno de los pasajes o leer los tres, ya que se conectan de una manera especial.

 

Qué debo leer  

Lucas 15:1–7 (NVI)  “una oveja”  “Parábola de la oveja perdida”

Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a murmurar: «Este  hombre recibe a los pecadores y come con ellos.»


Él entonces les contó esta parábola: Supongamos que uno de ustedes tiene cien  ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en  busca de la oveja perdida hasta encontrarla?  Y cuando la encuentra, lleno de     alegría la carga en los hombros  y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y  vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había  perdido.” Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo  pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan  arrepentirse.

 

Lucas (NVI) 15:8–10 (NVI) “Parábola de la moneda perdida”

Jesús les conto otra historia: O supongamos que una mujer tiene diez monedas de  plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice:  “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido.” Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.

 

Lucas 15:11–32 (NVI) “Parábola del hijo perdido”

Un hombre tenía dos hijos —continuó Jesús—.  El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repartió sus bienes entre los dos. Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. Cuando ya lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesidad.  Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos.  Tanta hambre tenía que hubiera querido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada.  Por fin recapacitó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre!  Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti.  Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros.”  Así que emprendió el viaje y se fue a su padre. Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó.  El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.”  Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies.  Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete. Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta. Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba.  “Ha llegado tu hermano —le respondió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su hijo sano y salvo.” Indignado, el hermano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hiciera.  Pero él le contestó: “¡Fíjate cuántos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos!  ¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!” “Hijo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.” 

 

Reflexiona, opina y crea...

 

  • La oveja perdida, la moneda perdida, y los hijos perdidos nos recuerdan que Dios y el cielo celebran muy alegres cuando alguien decide convertirse en un seguidor de Jesús.
  • Encuentra una pequeña caja o contendor donde puedas poner algunas cosas que te ayuden a reflexionar y orar esta semana.
  • Busca  (como las personas en los versículos de la Biblia)  algunos objetos como bolitas de algodón o alguna lana que represente una oveja, una moneda o una piedrita que represente la moneda  y dos ramitas, palitos de helado o limpiadores de pipa para representar a los dos hijos.
  • Cada día escoge un objeto diferente, reflexiona sobre los versículos que se conectan con el objeto y ora por alguien que te gustaría que se convirtiera en un seguidor de Jesús.