Honrando Vidas

II SAMUEL 1

“David y los que estaban con él rasgaron las vestiduras. Lloraron y ayunaron hasta el anochecer porque Saúl y su hijo Jonatan habían caído a filo de espada, y también por el ejército del Señor, y por la nación de Israel” (vs. 11, 12).

Saúl – el ungido de Dios – estaba muerto.  Pero era necesario que ya no existiera, para que David entrara y guiara a la nación de vuelta a Dios.  Pero la muerte casi siempre es difícil de aceptar.  Por eso David lloró por Saúl y por su buen amigo Jonatan. Una vez fueron la esperanza de Israel por estar entre los bravos guerreros, fuertes en la defensa y rápidos para perseguir.

David no guardaba rencor por el hecho que Saúl lo había perseguido – durante años; ni en la realidad de que Saúl le había dado la espalda a Dios. Más bien, decidió celebrar su vida componiendo un lamento por el padre y el hijo, deseando que los israelitas lo cantaran en su honor:

“Tu gloria yace herida, Israel, en las alturas de los montes. ¡Cómo han caído los valientes! …  Saúl y Jonatan – en vida fueron amados y apreciados, y en la muerte son inseparables”  (vs. 10, 23).

¡Qué tributo!  Alabando a un buen amigo, sí, pero también al que trató de matar a David, vez tras vez.  Esto habla de perdón –olvidando rencores antiguos.  El juicio es dejado en manos de Dios.  Más bien, este lamento honra a dos vidas  terminadas.

Nosotros nunca vamos a comprender los motivos o acciones de algunas personas.  Algunos pueden habernos herido profundamente, y se han ido antes de que existiera la posibilidad de una reconciliación. Tenemos que dejar todo en manos del Señor, eliminando cualquier amargura y, honrar sus vidas.  Tal vez será la única forma en que podemos sentirnos libres y seguir adelante con nuestra vida – viviendo como el Señor quiere que vivamos.

Oración

Padre, quiero honrar a aquellos que ya han partido – no importa la relación que tuvimos, o no tuvimos.  Ayúdame a estar totalmente libre, en ti, de este momento hacia adelante.

 

¡Larga Vida el Rey!