Hechos 8

19 de mayo del 2015

Se describe parte del Ministerio de Felipe y Saulo causa estragos hasta destruir la iglesia primitiva


Preguntas para compartir

  • ¿A veces Dios permite el mal con el fin de fomentar la bondad (4 v)?
  • ¿Qué nos pueden enseñar los versículos 15 y 17 sobre la naturaleza del bautismo, la oración y la imposición de manos?
  • ¿Cómo interpretas los versículos 39 y 40 cuando Felipe es llevado y luego aparece en otro lugar?

 

Profundizando con el libro “Palabras de vida”

Felipe: Mi emocionante historia

Fui llamado para ser decano, un líder de iglesia, uno de los siete. Fuimos para ayudar a los pobres; a hacer básicamente lo que se nos pedía, ¡Que honor ser elegido como líder! Pero poco antes, presencié la lapidación de mi compañero, Esteban. No podía creer lo que estaba viendo, justo al lado estaba Saulo, consintiendo todo lo que estaba ocurriendo, odié tanto a ese hombre.

Más tarde, me enteré de que se había convertido en un cristiano, al parecer se transformó por completo con el nuevo nombre de Pablo. Tengo que ser honesto, yo era muy escéptico al principio, pero finalmente vi el plan de Dios en todo, cómo todas las cosas funcionan para el bien cuando provienen de Dios, y mi amargura contra él se fue.

Un día recibí la visita de un ángel, me dijo que fuera al sur, hacia el desierto de Gaza. Yo sólo había estado evangelizando en una ciudad de Samaria, donde había mucha gente. Ahora, ¿ir a un desierto? pero yo confiaba en Dios y fui, en el camino me encontré con un eunuco etíope, un importante funcionario a cargo de todo el tesoro de Candace, la reina de Etiopía. Me di cuenta de que estaba leyendo Isaías, cuando me acerqué a él, me dijo que no entendía nada de eso.

El eunuco ordenó a su conductor que detuviera el carro para que pudiera subir y explicarle lo que decía Isaías cuando profetizó acerca del sufrimiento del Salvador y su gloriosa victoria sobre la muerte. Mientras hablaba, el etíope, allí mismo, abrió su corazón al Señor Jesús ¡se salvó!, hizo su confesión de fe.

¿Quién era yo para dirigir al pueblo de esa ciudad, Samaria, a Cristo? O ¿para llevar a este hombre rico a Jesús? Yo no era la superestrella, pero estuve dispuesto. Eso es todo lo que Dios quiere de nosotros, todos son necesarios para estar dispuestos, para ser usados por Dios.

El mundo necesita ser evangelizado por gente como tú y yo, puedes comenzar con invitar a alguien a tomar el té, ¿Estás preparado para el desafío?

 

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