Hechos 3

12 de mayo del 2015

Pedro sana a un mendigo lisiado y se dirige a los espectadores

Preguntas para compartir

  • Hoy en día, ¿Por qué no vemos más de estos milagros (vv 1-10)?
  • Pedro y Juan proclaman el evangelio, ¿Qué sucede con los demás apóstoles?
  • El autor de Hechos, ¿Pudo haber escrito todo, o sólo lo que se observó o se habló?
  • El registro del discurso de Pedro, ¿Es una palabra para relatarla como historia, o un resumen exacto de sus palabras?

 

Profundizando con el libro “Palabras de vida”

 

‘Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!’ (Marcos 1:24).

Siempre he encontrado fascinante este pasaje del Evangelio de Marcos. Jesús estaba enseñando en Capernaum un día sábado, la gente parecía estar cautivada por todo lo que decía, porque hablaba con tanta autoridad. Entonces un hombre se adelantó, poseído por espíritus malignos, demonios, que de repente gritaron a través de él:

“¿Por qué te entrometes, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos?” (v24).

Estos demonios no sólo reconocieron a Jesús como un hombre de Nazaret, sino también lo identificaron como el 'Santo', como se indica en nuestro versículo clave para hoy. Reconocieron tanto su humanidad como su divinidad ¡los demonios hicieron eso!

Sin embargo, muchas personas no lo hicieron y, sobre todo ahora, no lo hacen, no reconocen o identifican a Jesús como divino; como el Santo de Dios. Jesús es santo, sin pecado, es la única persona perfecta que ha caminado sobre la tierra.

En Pentecostés, Pedro predicó a todos los que se habían reunido, les dijo que el Mesías había venido en la persona de Jesús, el "Santo" (Hechos 2:27).

Después de un rato, cuando Pedro sanó al mendigo lisiado, le dijo a la multitud atónita:

“Rechazaron al Santo y Justo, y pidieron que se indultara a un asesino” (3:14).

Luego de que el pueblo oyó a Pedro refiriéndose a Jesús de esta manera, alrededor de 5.000 hombres (y, sin duda, el mismo número de mujeres, junto con muchos niños) aceptaron a Cristo (Hechos 4: 4).

El Santo pide que nosotros también seamos un pueblo santo, todo por Jesús.

 

Oración

Hazme santo y puro, Oh señor ¡pido!


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