Hebreos 4

21 de Octubre de 2015
Por Philip Layton
 

Todos los que se han acercado a Dios por medio de la fe en Jesús entrarán en el eterno descanso del Señor.

 

Preguntas para compartir

  • ¿Es el reposo cuando lleguemos al cielo o comienza en el momento que aceptamos el don  de la salvación de Dios (vs 1-13)?
  • Pese a ser completamente humano y tentado, como nosotros, Jesús no pecó (v 15) ¿Es posible creer (ver Romanos 3:23) que también fue completamente divino?

 

Profundizando con “Palabras de vida”

Las tentaciones están a nuestro alrededor. A veces es difícil resistirse. Muchas veces consideramos que esas tentaciones no tienen consecuencias. Por ejemplo, ciertas comidas, ¿Por qué no comer un delicioso pedazo de pastel de chocolate o una segunda cena? Mantenerse saludable es importante. Pero hay otras tentaciones que son más graves, que tienen serios impactos sobre los demás, como en nosotros mismos.

Esta parte de las Escrituras nos cuenta sobre la vez en que nuestro sumo sacerdote, Jesucristo, fue tentado de todas las formas en las que somos tentados. Él se resistió, él dijo que no. Podemos hacer tal como él y negarnos a la tentación. Jesús prometió estar con nosotros, entonces podemos triunfar.

Sí, los hebreos conocían a Jesús, pero solo de manera superficial.

Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez. (6:1).

La palabra "por lo tanto" se utiliza una y otra vez en esta carta, destinada al pueblo de Dios y vital para su crecimiento espiritual. Ellos estaban tratando de sobrevivir con leche, cuando necesitaban alimentos sólidos con el fin de seguir adelante. No crecer en Cristo es estancarse, escatimarse, incluso pudrirse.

Por lo tanto, todos somos instados a madurar en nuestro caminar y relación con Cristo. ¿Por qué? Con el fin de acercarnos más al Señor; para estar con él en la gloria. Esto de hecho es nuestra esperanza:

Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario,  hasta donde Jesús, el precursor, entró por nosotros, llegando a ser sumo sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. (6:19, 20)

Nuestra ancla. Nuestra fortaleza. Vivamos hoy en la plenitud de su gloria, sabiendo que Cristo es para nosotros, nuestra esperanza por todos los años venideros.

Beverly Ivany