1 Juan 2

24 de Noviembre de 2015
Por Philip Layton

La relación entre la fe y la obediencia, además de una advertencia contra los falsos maestros.

 

Preguntas para compartir

  • ¿Es posible amar a la vez al mundo y a Dios (vs 15-17)?
  • ¿Cómo encaja el versículo 23 en la teoría de que todas las religiones adoran al mismo Dios?

 

Profundizando con “Palabras de vida”

En el capítulo 2 Juan se basa en lo que dijo sobre el pecado y el perdón al final del capítulo anterior. Algunos podrían tener la tentación de pensar en el pecado con ligereza, ya que impregna la humanidad y el perdón de Dios es tan fácil de conseguir. Así que en un tono paternal pastoral Juan dice que está escribiendo que los seguidores de Cristo no deben pecar. Si conocemos al Señor, debemos querer ser obedientes. Si estamos unidos a él, debemos querer ser como él.

Sin embargo, Juan dice que si sucumbimos al pecado, tenemos un abogado (parakletos) con Dios - Jesucristo. Jesús está de nuestro lado y nos representa ante Dios como un abogado totalmente equipado para defender un caso en la corte. Juan usa la misma palabra en su Evangelio cuando registra que Jesús promete «otro Paracleto», es decir, nadie como él mismo. Él se refiere al Espíritu Santo (Juan 14:16) que aconseja y nos aconseja de un curso de derecho y la verdadera forma de pensar, la manera de Jesús.

Además de ser nuestro abogado ante Dios, Jesús, el justo, es la expiación de nuestros pecados, la base de nuestra reconciliación con Dios. Fuera de un gran amor por la humanidad, Dios envía a Cristo para redimirnos, para proporcionar el camino de nuestro retorno al Padre, quien nos espera, para ofrecer el perdón, por eso es que debemos ser penitentes y dispuestos.

Juan añade que Dios es el remedio para restaurar a los creyentes, ya que nos entrega el perdón y la salvación –la sangre de Cristo-la que se le ofrece a todo el mundo, la que se puede aceptar o rechazar.

Juan dice que la evidencia de la comunión con Dios es nuestra obediencia a su palabra. Podemos admirar aquellos con gran intelecto. Los griegos, que estimaban que el pensamiento racional como el camino hacia la iluminación espiritual podría hablar de la solución del problema de Dios. Otros trataron de convertirse en uno con la divinidad a través de experiencias místicas emocionales. Pero Juan deja en claro que para los cristianos, que conocen a Dios, viene a través de la obediencia a la verdad revelada por Dios y en la emulación de Cristo. Nuestro intelecto y las emociones pueden entonces servir a Dios a través de nuestras amorosas, acciones semejantes a las de Cristo.

Evelyn Merriam