1 Corintios 3

13 de julio de 2015
Por Philip Layton

Pablo apela a la unidad y humildad dentro de la iglesia

Preguntas para compartir

¿Hay un equivalente actual al problema del que Pablo habla? (v 1-5) ¿Es peligroso elevar las palabras de ciertos líderes y descuidar lo que dice la biblia?
¿Qué “día” es ese (v 13)? ¿De que “trabajo”  y de que “fuego” Pablo habla?
¿Cuál es la “recompensa” (v14, 15)?

Profundizando con “Palabras de Vida”

¿Alguna vez te ha sentido espiritualmente agotado?, puede ser por algo que haya ocurrido o por algo que no haya ocurrido. A veces nuestra fe parece disminuir; nuestro amor se convierte en algo limitado. Esto nos puede hacer sentir inútiles de muchas formas e incluso “mundanos”, debido a que somos muy débiles para resistir las tentaciones a nuestro alrededor.

Si nos damos cuenta que nos encontramos que estamos en este estado, ese es un primer paso. Si llegamos a un punto en el cual somos tentados por el mundo y lo que tiene que ofrecer, entonces encarémoslo con la frente en el alto, esto es positivo. Si deseamos avanzar, queriendo crecer y madurar en nuestro camino con Dios, entonces hemos escuchado las buenas noticias.

Pablo sabía de las varias facciones de la iglesia de Corintio; las divisiones que estaban causando conflicto y dolor. Estas cosas atrofian el crecimiento de la población como una comunidad de creyentes, así como su crecimiento como individuos. Ellos necesitaban trabajar juntos por el bien de la unidad y de su madurez personal. Pablo había establecido la fundación, pero ellos necesitaban construir sobre esto; no con las cosas del mundo, sino con las cosas que durarán. Luego pablo declaro:

¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? (v 16).

¿Siempre mantenemos este pensamiento? Somos el templo de Dios. El espíritu de Dios vive en mí, en ti, es maravilloso. Cuan aleccionador es esto. Pero no solo trata de nosotros; trata sobre la iglesia.

Juntos, somos el templo espiritual de Dios. Sin divisiones, sin una agenda personal, sin espacio para la superioridad o para el egoísmo.

El templo de Dios es sagrado y distinto. También es  individual y colectivo, nos incluye a todos, nos aferra a la profunda verdad, el honor sagrado y al santo privilegio.

El templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo. (V 17)