MATEO 28

11 de febrero de 2015

La Resurrección

Preguntas para compartir:

  • ¿Qué enseña la resurrección sobre la autoridad de Jesús para hacer promesas?

 

  • Sin la resurrección, ¿Los discípulos habrían tenido la voluntad de soportar la persecución? ¿La muerte de Jesús habría tenido tal impacto por tanto tiempo? 

 

 

Profundizando con el libro "Palabras de vida"

En el final de la vida de Jesús, que fue el año más importante de su ministerio terrenal, se cumplieron las primeras cuatro festividades judías: Él fue crucificado en Pascua, sepultado en la Fiesta de los Panes sin Levadura, resucito en la Fiesta de las Primicias y mando el Espíritu Santo en Pentecostés.
 
Explicar que esta similitud es una coincidencia seria absurdo, ya que por designio divino las fiestas explican e ilustran las bases de la verdad del Evangelio.
El mundo aún no ha presenciado el cumplimiento total de la quinta festividad llamada la Fiesta de las Trompetas que es cuando Cristo regrese por su Iglesia.
 
Por ahora nos mantenemos bajo el principio de Pentecostés, es decir que estamos en la “cosecha de verano” (periodo de gracia) bajo las ordenes y el poder del Espíritu Santo. Durante este largo periodo de cosecha, debemos recordar continuamente la advertencia de Jesús:
 
«La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—.Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo.» (Mateo 9:37-38)
 
En la actualidad, experimentar el periodo de Pentecostés continúa siendo la mayor necesidad de la iglesia. Billy Graham, un patriarca contemporáneo, se lamenta con estos discernimientos:
 
“A donde sea que vaya, encuentro que al pueblo de Dios le falta algo. El pueblo de Dios está hambriento, el pueblo de Dios tiene sed… la iglesia no tiene poder… no tenemos poder porque el Espíritu de Dios no tiene poder y plenitud en nuestras vidas. La Biblia dice: "Sean llenos del Espíritu (Efesios 5:18)”.

Debemos seguir esforzadamente para presenciar y trabajar por medio del poder facultativo del Espíritu Santo y esperando pacientemente el cumplimiento de la nueva festividad “cuando la trompeta del Señor suene y el tiempo no sea más "
 
(SASB 907 v 1).
 
Beverly Ivany

 

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